La fundación del Nuevo Tehuacán 1569

La fundación del Nuevo Tehuacán:

Para el año de 1535 nuestra ciudad se encontraba en total operación económica como parte del sistema de encomiendas, mientras que en el aspecto religioso los franciscanos encabezaban el proceso de evangelización.

Tehuacán era un asentamiento pequeño que atraía procesiones para conocer la cueva del milagro, lugar donde la virgen se había aparecido quedando grabada en piedra, acontecimiento con el cual los franciscanos lograron que los naturales aceptaran (por lo menos en parte) las enseñanzas de la iglesia católica.

Otra novedad para los visitantes era pasear por las pirámides que todavía no estaban destruidas, contemplando un lugar que coexistía con su reciente pasado prehispánico. ¿Pero por qué eran importantes las pirámides? Los primeros religiosos habían aprendido que estas construcciones se ubicaban en los lugares idóneos para desarrollar centros urbanos.

Cabe aclarar que los primeros franciscanos no se establecieron en el centro de lo que hoy conocemos como Tehuacán sino cerca de San Diego Chalma (Tehuacán El Viejo), espacio donde había mayor concentración de población y donde comenzó la construcción de un convento, mismo que quedaría terminado en el año de 1540. Se preguntará ¿por qué los franciscanos se instalaron ahí y no en el Centro de Tehuacán? Simplemente porque el Tehuacán que hoy conocemos no existía.

El Nacimiento de El Nuevo Tehuacán:

Pese a haber elegido un lugar socialmente relevante y con recursos naturales suficientes, los franciscanos no eran arquitectos, por el contrario, constantemente cometían errores propios de la inexperiencia, tan graves como los de la primera fundación de Tehuacán, donde edificaron un convento en un terreno lleno de plagas, que aunque estaba ubicado cerca del camino principal y que había agua, en contra parte no circulaba el aire, la temperatura era más elevada que en el resto de la región y en tiempos de lluvia se hacían grandes charlos que pronto se transformaban en criaderos de mosquitos.

El primer Tehuacán también permitía la propagación de víboras de cascabel, alacranes, hormigas arrieras y toda la fauna nociva; cosas tan básicas como caminar o dormir involucraban riesgos pues las plagas amenazaban en cada rincón, así que para el año de 1560 los franciscanos cansados de las enfermedades y de las difíciles condiciones de vida, enviaron varias cartas a sus superiores pidiendo la reubicación del asentamiento.

Los documentos hacían la solicitud formal de mudarse a otro lugar bajo los argumentos de los indios que morían por mordeduras de serpientes – alacranes, señalaban que menos de la mitad de los bebés llegaban al primer año de vida, eso sin contar los numerosos cambios de frailes por enfermedad, en total un expediente con motivos sociales y de salud que generaron que la petición fuera aceptada.

Los franciscanos buscaron la nueva ubicación de Tehuacán, querían un sitio donde no se cometieran los errores del pasado, un terreno alto que no quedara en medio de nidos de alacranes, víboras ni hormigas, que estuviera bien ventilado y que permitiera el cultivo de frutos mediterráneos, esto para hacer atractivo el asentamiento para los españoles que andaban dispersos por toda la región; además esta vez harían un buen ordenamiento territorial delimitando el trazo de las calles para evitar los establecimientos descontrolados.

Después de algunos meses de recorrer los terruños hallaron el lugar que miraba al Cerro Colorado pero desde una perspectiva más alta,  quedaba también sobre el camino hacia Antequera pero el aire circulaba mejor, había una temperatura más fresca y estaba rodeado de manantiales, lo cual aseguraba el flujo de agua potable, sin embargo los predios tenían dueño, la propiedad era de Alonso Prieto de Bonilla quien recibió una oferta económica y la posibilidad de permutar los terrenos.

Una vez que se llegó a un acuerdo con Prieto de Bonilla y que se aseguró el uso de los manantiales con los pobladores de la región, los franciscanos iniciaron el trazado del nuevo convento, con los muros más gruesos de todo el siglo XVI en la región debido a la actividad sísmica, no obstante la orden de autorización de traslado llegaría hasta 1568.

Cuando los franciscanos comunicaron el traslado de Tehuacán provocaron el enojo de los indios, ya que estos estaban en desacuerdo por el fuerte arraigo histórico, lo cual provocó que se tuvieran que enviar tropas españolas para un “peinado” por toda la región buscando a los revoltosos que a fin de cuentas fueron obligados a abandonar sus tierras.

Se dice que el problema llegó a tanto que los indios encerraron a un fraile en el templo de Tehuacán El Viejo y lo mantuvieron así por tres meses, hasta que éste recibió la orden de no oficiar misa, situación que provocó su liberación y que a la larga desencadenó el éxodo de Tehuacán en 1569, pues fue en este año donde se inició formalmente el abandono hacia la ubicación que conocemos hoy.

De los 4 mil indios que habitaban Tehuacán El Viejo (que realmente es el único y original Tehuacán) sólo 500 participaron en el primer éxodo. Ellos ayudaron a los franciscanos a construir el nuevo templo, así como a limpiar los terrenos de lo que sería el nuevo Tehuacán. Mientras tanto los religiosos querían a toda costa que los naturales olvidaran su origen, renombrando al antiguo asentamiento como Santa María Visitación, degradando al original Tehuacán hasta que por fin al paso de las generaciones cayó en total abandono, las víboras reclamarían su lugar, los paredones de piedra del primer convento se derrumbarían y surgió así el nombre de Calcahualco, lugar de piedras, que hasta hoy se encuentra entre las sombras siendo este el original y centenario Tehuacán abandonado por sus hijos hace ya 445 años.

¿Si ese fue el original Tehuacán, cómo se llama el sitio que hoy habitamos?